¡Bienvenidos!

En este blog encontraréis desde sonetos hasta recetas. No esperéis encontrar una lógica en el orden de publicación de las entradas, porque no existe: este espacio está pensado para mantener la cordura entre hora de estudio y hora de estudio. Procuraré mantener las categorías bien definidas, por si venís buscando algo en concreto; no puedo prometer nada más.

Espero que el vistazo se os haga agradable.

Inés.

martes, 24 de marzo de 2015

Hoy, sólo música

Llevo un tiempo sin ganas de nada. No sé si es astenia primaveral, nervios, o que estoy fumando más... pero al final, me pongo las pilas todas las mañanas con esta canción:




La verdad es que tiene más años que la tarara, pero cada vez me cae mejor este tío :D

domingo, 1 de marzo de 2015

150 o más quedarán por ver

Bueno, la entrada buena para esto habría sido la anterior, que era la 151... pero qué se le va a hacer.

Como sabéis, soy de la generación Pokémon. Cuando tenía unos 9 años, empezaron a regalar tazos de Pokémon en las bolsas de Matutano... y fue cuando comencé a comer bolsas de Matutano, porque ¡eran el doble de caras que los Gublins y los Risquetos! Vamos a ver, con veinte duros cada domingo, tenías que tener cuidado en qué te lo gastabas...

Así, el primer Pokémon que tuve fue un Kabuto. Un Kabuto que perdí al día siguiente de obtenerle, en la primera partida de tazos que jugué.

Tras Kabuto vinieron más. Aún encuentro cajas y cajas llenas de tazos, y sigo despreciando el tipo normal "porque no gana a nadie". Después, vinieron los cromos, que, si mal no recuerdo, costaban 50 pesetas el sobre de 8, y les compraba cuando iba a clase de piano (sí, durante una corta época de mi vida toqué el piano). Aún me faltan 8 para completar la colección... mi madre nos hacía la lista, a ordenador, de los que teníamos y los que nos faltaban.

Pero llegaron los videojuegos. En esa época tan rara, costaban 5000 pesetas. A 100 pesetas cada semana, os podéis imaginar... Mi hermano encargó el rojo a mi madre, y yo el azul. Y nos pasamos una tarde entera para averiguar cómo narices se salía de la casa. Y fue horrible el bosque verde, porque tampoco sabíamos cómo salir de ahí. Y el MT Moon. Y...

Total, que entre mi hermano y yo, acabamos con dos ediciones de pokémon azul, una roja, amarillo, pinball, oro, plata y cristal en casa. Imagináos la de horas que hemos pasado jugando, y más desde que tuvimos el cable link.

Llegué a tener a Mew y a Celebi. Siempre cogía el tipo planta al comenzar los juegos. Nunca completé una Pokédex, porque me hacía cómoda.

Y pasaron los años, y dejamos de jugar. Tengo la Gameboy guardada a buen recaudo, con las pilas quitadas para que no se estropee, en una caja con todos los juegos. Y ya no puedo jugar porque se ha gastado la pila del guardado, y perdí a Mew y a Celebi.

¡¡¡PERO HE DESCUBIERTO EMULADORES PARA ANDROID!!!

(Lo cual quiere decir que he vuelto. Wiii)

En fin, momento de nostalgia para recordar esa época. Y para explicar por qué Bulbasaur, Ivysaur y Venusaur son mi imagen de cabecera.

¡Hasta que nos leamos!