Pues... no es por esto que este blog es verde y negro. Es verde, radiactivo; verde del que hiere las pupilas, del que queda grabado en tus retinas cuando cierras los ojos... y no lo ves todo negro, porque quedan esas manchitas luminosas que no paran de molestarte. Es, espero, esa mosca cojonera que vuelve a dar vueltas en tu cerebro en el momento más insospechado, o menos indicado.
Básicamente, escribo (los que me conocen, lo saben) para desahogarme, para volcar mi amargura en algún sitio y que no me impida seguir creciendo. Por eso me gusta escribir puro ácido, palabras dañinas, palabras que me salen directamente del hígado como asquerosa bilis. Para que no me consuman por dentro, para que no quemen lo que merece la pena conservar.
Sólo por eso, escribo. Por eso, y para molestar.
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