No recuerdo de dónde saqué la receta que seguí. Y os aseguro que la seguí como sigo todas, o sea, cambiando el azúcar moreno por azúcar normal (que es lo que hay por casa).
La cosa es que, que yo recuerde, la receta era algo así:
- 100g de azúcar blanco
- 150g de azúcar moreno
- 100g de harina
- 150g de mantequilla
- 150g de pepitas de chocolate
- 1 cucharadita de levadura química
- 1 huevo.
20 min a 180º y se supone que están listas.
Pues os cuento. Yo hice bolitas de dos tamaños, diminutas (tamaño canica) y tamaño normal. La cosa es que, por algún misterio sin resolver (me pasa muchas veces), empezaron a creceeer y a creceeer y a crecer, y a hincharse, y a llenarme el horno por completo... y se bajaron, se desinflaron, y quedó una mierda.
Las galletas pequeñas quedaron de un tamaño normal, las grandes... digamos que quedó una galleta del tamaño de la bandeja del horno. Todo esto, duras como hormigón armado.
¡Pero he encontrado la manera de aprovecharlas! Si las parto en cachitos y las echo en leche (y espero a que se reblandezcan, si no, peligran mis muelas) pueden pasar por cereales. El sabor es bueno, pero es peligroso comerlas sin mojar, y más si tienes una dentadura frágil.
Bueno, ya sabéis cómo NO hacer galletas. En serio, es peligroso. Y desconcertante.
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