Raúl no entendía nada. Podía recordar con exactitud el nacimiento de su hermana, hacía un montón de tiempo de aquello. Sin embargo, ella iba a entrar en el instituto, mientras que él seguía en tercero de infantil, pequeño, bajito, aún jugando con muñecos; ni siquiera había llegado a los cromos y a los tazos.
Se le hacía eterno el paso del tiempo. Sin embargo, a muy poca gente más parecía pasarle lo mismo, sus hermanos crecían y cambiaban, y él también, pero más lento. Sus amigos celebraban su nacimiento muchas veces más de lo que lo hacía él. Recibían regalos muchas veces más que él. La mayoría votaba desde hacía años, y, sin embargo, él no podía ni ver la televisión en el horario de series para mayores.
Es lo que tiene haber nacido el veintinueve de febrero.
¡Muchísimas felicidades en tu sexto cumpleaños, Raulito!
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